CUANDO LO LITERARIO NO ES PURO CUENTO

Reflexionando sobre la relación entre textos literarios e imágenes.

Por Silvina Viola

Normalmente, cuando se habla de literatura suele quedar implícita la existencia básica de un texto: puede ser más o menos extenso, puede ser poesía o prosa, novela, ensayo o cuento y demás variantes, pero en lo cotidiano suele relacionarse siempre a la literatura con un texto. Con palabras escritas.
Pero no debería relacionarse con palabras, simplemente?

“Literatura: (f) Género de producciones del entendimiento humano que tienen por fin expresar lo bello por medio de la palabra. // Nota ampliatoria: se define a la literatura como la realización de lo bello por medio de la palabra (…) escrita o hablada (…)”
O sea, y de acuerdo a esta definición que encuentro en un diccionario, las narraciones orales también son literatura, puesto que están formadas por palabras.

Bien.
Entonces me pregunto… qué ocurre en el caso de los relatos donde las palabras no están ni escritas ni pronunciadas oralmente, sino que son evocadas en la mente del observador a través de dibujos? Analizada desde este punto de vista, de qué otra manera sino como literatura puede definirse una historieta, una serie de ilustraciones o un conjunto de dibujos que articulan una narración?
Llego así a la conclusión de que la literatura es mucho más que la palabra escrita: es también la palabra hablada, y es también la palabra evocada por medio de imágenes.
Cuando las ilustraciones ganan protagonismo literario
A priori, la presencia de ilustraciones en los libros de texto nos remite esencialmente a la literatura infantil. Los libros destinados a los más pequeños pueden incluso no tener lenguaje escrito, sino que articulan sus relatos a través de atractivos dibujos, en una suerte de historieta muda que desarrolla el argumento. Sin embargo, ocurre que a medida que la edad del lector aumenta, simultáneamente van perdiendo protagonismo las ilustraciones. Estos grandes y coloridos dibujos que ocupaban la mayor parte de la obra (dejando en un segundo plano al lenguaje verbal) van disminuyendo su tamaño… hasta finalmente desaparecer de las páginas de los libros para adultos.
Evidentemente, el rol de estas ilustraciones en las obras literarias solo se considera indispensable cuando el lector no ha aprendido aún a leer o es demasiado pequeño para fijar su atención en la monotonía visual de una página cubierta de letras.

Esta consideración de marginalidad de los dibujos que acompañan un texto tiene su explicación cuando se trata de ilustraciones que sólo reemplazan lo ya dicho por las palabras escritas. Es decir, no agregan nada al relato, sino que lo duplican con el objetivo de hacerlo más comprensible para el lector de corta edad. Es natural entonces que cuando el niño crezca y su poder de comprensión aumente pueda prescindir de estas ilustraciones: las palabras por sí mismas ya serán suficientes para evocar todo tipo de imágenes en su cerebro y la obra será comprendida en su totalidad sin ayuda de ilustraciones en las que apoyarse.
bookPero… (y siempre hay un pero)…
…qué pasaría si las ilustraciones ya no intentaran explicar el texto que las acompaña, es decir que no fueran sustitutas sino complementarias del mensaje de la obra, que tuvieran un significado propio que, en vez de equipararse al significado de las palabras escritas, se sumen a éstas, potenciándolas y desarrollando otro discurso?

Comprendidas de esta manera, ya no sería extraño encontrar ilustraciones en las páginas de ciertos libros para adultos, generalmente destinadas a enriquecer la obra literaria dotándola de un segundo lenguaje puramente visual y artístico. Es así como los dibujos se intercalan entre las palabras de un relato o poema, aumentando el placer sensorial de quien se encuentra frente a la obra.
Texto e ilustraciones: palabras escritas que comparten un espacio con las palabras evocadas por las líneas sinuosas del dibujo. Un ensamble perfecto.
Una “vuelta de tuerca” más
Ya aceptamos que hay casos en que las ilustraciones se intercalan entre las páginas de ciertas narraciones ofreciéndonos un mensaje literario distinto y complementario, que evoca palabras silenciosamente en nuestro cerebro.
Pero que pasará con la caligrafía? Podrá a su vez la caligrafía “funcionar” como ilustración formando imágenes (que a su vez se decodifiquen como palabras) que nos cuenten un discurso paralelo y complementario a la narración escrita? La respuesta es un rotundo SI.

No es algo frecuente de encontrar, eso es cierto. Pero existen libros donde conviven relatos escritos con lo que yo llamo “ilustraciones caligráficas”. De hecho, existen editoriales que se dedican especialmente a “maridar” ambas formas de expresión, logrando resultados realmente bellos. En Francia, por ejemplo, es el caso de Editions Alternatives. Una colección de hermosísimos libros que combinan textos de muy buenos escritores con ilustraciones caligráficas de excelentes calígrafos contemporáneos. En estos libros, las obras caligráficas amplían su dimensión y se convierten en una serie de ilustraciones que, con un lenguaje propio y especial, nos cuentan una historia, hermana pero no melliza de la historia escrita a la que acompañan. Son libros con dos niveles de lectura: uno verbal, otro visual. Son libros maravillosos, créanme.
En Argentina no se consigue…?
Hoy en día todo (o casi todo, me corrijo) puede conseguirse en todas partes del mundo. A través de internet estos libros estupendos pueden solicitarse a grandes librerías con sólo presionar una tecla, y a los pocos días ya podremos hojearlos en nuestro hogar.
Pero desde que -hacen ya unos años, estando en París- conocí esta combinación de “narraciones escritas & narraciones caligrafiadas” no dejé de preguntarme por qué en nuestro país a ningún editor se le ocurrió introducir esta variante literaria tan atractiva.
La respuesta vino del sur
Una joven escritora y editora argentina de la provincia de Neuquén, Alelí Gotlip, tuvo la sensibilidad y el coraje necesarios para lanzar al ruedo un primer libro de su Editorial Sapientia, que combina poesía con ilustraciones caligráficas. Se trata de “Poemas y gestos”, con textos de la propia Alelí y caligrafías de Silvia Cordero Vega. Un libro de formato pequeño, pero de valor inmenso: el de sentar precedente en Argentina de un romance con convivencia exitosa entre la palabra escrita y la ilustración caligráfica.
Con este libro la Editorial Sapientia inaugura una serie de títulos que tienen como característica la fusión del arte literario y las artes visuales, entendiendo por estas últimas la pintura, el dibujo, el grabado y la caligrafía.
Conclusión
La definición de la palabra “literatura”, que parecía tan simple, nos ha ido llevando por caminos muy diversos. El arte del dibujo se nos intercaló como novedosa forma literaria, y así llegamos a la caligrafía como matriz de imágenes literarias.

No es un dato menor que alguien en Francia, o alguien en una provincia del sur argentino, hayan tenido la idea de asociar dos disciplinas aparentemente inconexas, como lo verbal y lo visual, en un mismo libro. A mí me parece un dato emocionante, que demuestra que la necesidad de expresión del hombre a través del arte literario, pictórico y caligráfico está viva y en constante desarrollo.